martes, 31 de agosto de 2010

Descubriendo mundo

Hoy he entrado por primera vez en un locutorio.
He entrado en la página de Money Gram para ver el centro más cercano donde poder enviar dinero -sí, para uno de mis trapicheos- y me he acercado a uno de aquí cerca.

No era el típico con 5 negratas fumando crack en la puerta, mi primera sorpresa.
Un cartel de papel despegado por una esquina y pintado con cera roja confirmaba que el establecimiento hacía envíos con esta empresa. En ese instante ya me di cuenta que mi dinero iba a estar en buenas manos...

El encargado del lugar era un tipo hindú (o eso creo) que sentado detrás de un mostrador de metro cincuenta de altura chapurreaba español mediante susurros casi inaudibles. Me hizo saber que no podia enviar dólares, ya que estabamos en España y aquí usamos euros. "Qué ignorantes estos españoles" pensaría. Me dijo 4 cantidades distintas que tenia que pagar, hasta el punto que creí que me vacilaba. Luego entendí que no controlaba muy bien las cantidades en nuestro idioma cuando preguntó: "¿cientos euros?". Todo esto me hizo reflexionar si verdaderamente aquello era una buena inversión.

Mientras esperaba el email de confirmación pasaron muchas cosas, pero me llamó mucho la atención lo siguiente:
4 jovencitas estaban conectadas en los ordenadores. Las típicas niñas piojosas que cuando jugaba pacíficamente en la plaza de chico me amenazaban e increpaban con frases como "NeNeeeH tU ke MiRaaA kE te Vusko La RuInAAaa" o "ke KiEreHH uN PiN? Ke tE CoJo y Te SsaleooOOo!". Mi maldad innata y yo sabíamos que era capaz de hacerlas llorar; pero la verdad es que sus 27 "prehmos" me imponían demasiado.

Observándolas me di cuenta de que las nuevas generaciones han evolucionado. Ahora escuchan flamenquito por youtube en el ciber mientras amenazan por msn.

Yá entiendo por qué está vacía la plaza.

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